
Hace unos días llegó a mis manos, de una vecina, un muerto de la última guerra balcánica del Hard y Software de la computación.
No
había esperanza, los signos vitales de este sujeto llamado PenDrive
eran nulos por causa de un error de manipulación o el efecto de un
virus. Las pupilas del occiso no se podían ver, el pulso no existía,
¿presión arterial? menos, el electroencefalograma indicaba muerte...