Son “tanta mentira, tanta distorsión”, dijo Cristina Fernández en Tecnópolis en referencia al resultado de la elección en la comunidad La Primavera, mientras miraba tiernamente a Gildo Insfran. Ciertamente se olvidó de la docena de qompi asesinados por la bala del estado y por el tránsito enloquecido de los caminos de tierra de Formosa y Chaco. Los muertos de hambre, chagas y tuberculosis en el Impenetrable, en La Primavera, en Río Bermejito. Las persecuciones, casas incendiadas, brazos rotos, camionetas que atropellan y huyen, las patotas de sicarios del poder económico sojero y del poder político formoseño, las tierras que son de ellos desde seiscientos años atrás, las tierras que les rapiñan para desmontarla, sembrarla, desnutrirla y agotarle la vida, la resignación atávica que se planta en su fronterita y resiste el aluvión y pierde de a miles a los suyos en el camino. Y son cada vez menos y sin embargo esa fragilidad tristona, esos rostros morenos surcados por la historia, cuando salen de los sótanos donde fueron confinados y se hacen visibles un ratito, irritan al poder.
Y el poder los descubre, los pronuncia (mal, porque los desconoce hasta en el sonido de sus palabras y les dice quom en lugar de qom) y sin querer los agiganta y los legitima.
“Me entero de que en la comunidad quom (sic presidencial), de La Primavera, donde viven los quom porque los quom no viven en la televisión, ni en la radio, ni en los diarios. Los quom no viven en las conferencias de prensa, en la avenida 9 de julio. No viven ahí. Ellos viven en la comunidad La Primavera. Y me enteré de que ahí ganamos con el 66 % de los votos. La verdad, Gildo, que te lo hago como un reconocimiento contra tanta mentira, tanta distorsión” (Textual de Cristina Fernández en Tecnópolis con tierna mirada hacia Gildo Insfran que no sólo renovó su mandato para llegar a los 20 años de hegemonía con un 75% en 2011 sino que aportó un 53,6 % en las primarias para que CFK, después de innumerables y caprichosos cálculos descubriera una victoria propia).
La voz serena de Félix Díaz aclaró ayer, casi con fatiga, que a partir del conflicto por las tierras los mandan a votar a otros distritos. Que los de La Primavera no son sus votos. Que históricamente el poder político les retuvo los documentos (a los que los tienen). Que la Presidenta no los escuchó jamás. Que en noviembre de 2010, en la brutal represión de la policía formoseña, les quemaron los documentos a los que los conservaban. Que a CFK “nunca la escuchamos repudiar la muerte de indígenas tanto en Chaco como en Formosa”.
Que la tierra les pertenece, aunque vengan las patotas del agronegocio, armados con soja y round up, a quemarles la historia y las mariposas donde acampan los espíritus que los precedieron.
Félix Díaz es el qarashe de la comunidad qom, elegido por la comunidad qom. Cuando decidió plantarse con su gente a no comer, en medio de la 9 de Julio, erizó las pieles del poder. Quería que los vieran, que los oyeran. Y esa presencia fue un remolino de silencio en medio de la locura metropolitana. Le plantaron otro cacique para neutralizarlo. Pero en las elecciones de la comunidad la comunidad lo volvió a elegir. Lo combatieron a rabiar. Le pensaron una campaña que no prosperó. Porque no le encontraron fotos con Peter Munk ni alianzas con Monsanto ni videos con Luis Miguel Etchevehere ni cenas con Mauricio Macri. Gildo Insfran les mandó la policía brava. Y los sicarios de los sojeros suelen apalear a sus hijos, sus sobrinos y sus nietos.
Nadie oyó el pedido que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le hizo al Estado argentino. Le exigió garantizarles la vida “contra posibles amenazas, agresiones y hostigamientos por parte de la policía, la fuerza pública y otros agentes”.
Pero Gildo Insfran gobernará Formosa por dos años más y es soldado presidencial –todavía- en aquel país empobrecido del norte donde el Estado emplea, cesantea, reprime, alimenta, destierra, hace pobres y los hace clientes. La presidenta le agradece la fidelidad (ocasional). Y lo reconoce ante “tanta mentira, tanta distorsión”.
-El 7 de enero de 2012, el hijo menor de Díaz fue atacado, cortado y golpeado. No quería ir al Hospital. Cree que los monstruos están en todos lados.
-Abelardo también es hijo de Félix Díaz. Vive en la comunidad Potae Napocna Navogoh. Ni la Presidenta ni los voceros de los grandes medios -que descubren a los originarios para atacar al gobierno y no por preocupación genuina- podrían pronunciar ese nombre. Tiene 21 años y fue atacado por una patota. Brutalmente golpeado. Los medios formoseños insisten en que fue una pelea de borrachos.
-Hace ocho meses Abelardo sufrió el ataque de una patota. Fue el primero. Dos meses después una camioneta se fue encima del propio Félix Díaz. Lo dejó roto en el suelo y se fue.
-También dijeron que estaba borracho Juan Daniel Díaz Asijak, de 16 años, sobrino de Félix Díaz. Murió después de que lo atropellaran en su moto y lo abandonaran en la tierra.
-En noviembre de 2010, en el corte de la ruta 86 mataron a tiros a Roberto López. Al otro día lo atropellaron a Mario López: era un policía que evitó que el pilagá fuera a una marcha en solidaridad con La Primavera.
-Lila Coyipé, de 10 meses, y su abuela Celestina Jara, de 49 años, murieron atropelladas por un gendarme. Ricardo Coyipé, único sobreviviente, lo vio venir. “Lo hizo a propósito”. Para el feudo son todos accidentes de tránsito. Por borrachera o insensatez. -En Laguna Blanca, una patota golpeó a Omar Avalos, de la comunidad La Primavera. Avalos dijo que lo acusaban –a él y a su esposa, que miraba aterrada- de ser opositores a Insfran.
-Mártires López, dirigente qom de la Unión Campesina de Chaco murió en un accidente que no fue un accidente. Yonatan Medrano de 16 fue apuñalado por tres personas cuando volvía a su casa en El Colchón, Villa Bermejito, Chaco. Alberto Galván, miembro de la comunidad qom de El Colchón fue baleado y tirado al río. Imer Ibercio Flores, de 12 años, fue asesinado a golpes en una fiesta en Villa Bermejito.
Nunca el poder político los nombró en un discurso. Nunca se indignó el poder político por su martirio. Nunca por su hambre ni su intemperie. Nunca por esa injusticia fatal de la historia. Que para la Presidenta es “tanta mentira, tanta distorsión”.
Cada uno sabe dónde se para y dónde olfatea que se esconde la verdad. Ellos saben que la historia y el tiempo, como se canta por ahí, están a favor de los pequeños. Y que la justicia alguna vez atracará por estas costas.
Fuente: Pelota de Trapo (APe)
lunes, 21 de noviembre de 2016
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